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MADRASA DE RÜSTEM PAŞA

El día 24 de diciembre de 2022 estuve callejeando por el area comprendida entre el Gran Bazar y el Cuerno de Oro. Uno de los edificios más interesantes que visité fue la Madrasa de Rüstem Paşa, que tiene su entrada en la pequeña calle Rüstem Paşa Caddesi. Está cerca de la zona de tiendas, bazares, antiguos caravanserais y del barullo continuo de compradores, vendedores, visitantes, turistas, etc., pero, en realidad, parece que esté muy lejos de todo lo anterior: rebosa tranquilidad y no hay apenas nadie (al menos mientras estuve yo allí).

Fue mandada construir por Rüstem Paşa, Gran Visir del Sultán Solimán el Magnífico. Al igual que en la maravillosa Mezquita de Rüstem Paşa, éste eligió una vez más como arquitecto al mejor de su época, al Maestro Sinan. Se terminaron las obras en 1550. 

Se entra por una puerta de madera situada en medio de un portal de piedra blanca, con arcos apuntados, que sobresale del muro. Llamé al timbre para entrar pero no abría nadie, por lo que empujé la puerta y accedí a un espacio cuadrado con una bóveda en el techo. Es decir, la puerta se encuentra en un espacio de planta cuadrada pero de altura tiene forma rectangular. Es como una caja de zapatos que sobresale del muro principal. A su vez, todo el edificio es un cuadrado casi perfecto dentro del cual hay un patio de forma octogonal rodeado de arcadas con columnas de mármol blanco, todas ellas redondas excepto las de las esquinas que son cuadradas. Sobre las arcadas hay cupulitas, tantas como arcos. En el centro del patio hay un pequeño şadırvan (una fuente de abluciones) de forma también octogonal, coronado con un cono de ocho lados. Más allá de las arcadas están las celdas de los antiguos estudiantes de la madrasa.

Al llegar al patio, se acercó el encargado y me dijo que podía hacer fotos y visitar un pequeño museo que está situado dentro de una de las celdas de la madrasa, el Museo Bediüzzaman, dedicado al teólogo musulmán sunní kurdo Said Nursî

Permanecí un rato disfrutando del patio, las arcadas y las celdas. Para terminar, entré en el museo y, al salir de la madrasa, me di cuenta de que había un cartel en la puerta que decía que, para acceder al Museo Bediüzzaman, se tenía que llamar al timbre; al parecer no es necesario hacerlo para visitar todo lo demás.